Siendo el día que es, 29 de febrero, me hacía gracia publicar algo en un día casi único. No tengo nada preparado; la foto estaba preparada para subirla cuando surgiera la ocasión, y hoy puedo sonreír como guiño a este día (aunque lo que sigue, me provoca justamente lo contrario).
En los últimos meses ha habido cambios, y todavía son más lo que faltan... los políticos son los más llamativos y los que afectan en mayor medida porque de las decisiones que tomen éstos (en las que ni tú ni yo, Juan, Pepito o Carlos, tenemos la más mínima influencia) nos afectan en casi todas las facetas de nuestra vida; en la economía, en educación, en libertades y derechos, en empleo y en nuestro futuro, porque vaya usted a saber que será de nuestro laureado 'estado del bienestar'. Estado que sólo parece afectar a los políticos, a sus colegas, y a los empresarios (los cuales curran y arriesgan en busca de ello) porque al resto de curritos y demócratas, es decir, al 90% del personal, ayer, hoy o mañana podemos sentirnos dentro, respaldados y tranquilos, como tan pronto todo puede cambiar en base a una decisión tomada por cuatro y jugando con el dinero del resto, bien sea del estado o de los bancos. Y a nosotros, sin comerlo ni beberlo, sin pensarlo ni sospecharlo, todos nuestros planes y expectativas se van literalmente 'a la mierda' porque aquellos a los que no se les cae de la boca lo de 'yo hago política para mejorar las condiciones de mis conciudadanos' o 'yo quiero cambiar las cosas', deciden que ésto es mejor para todos, y luego, desafortunadamente para ellos (lástima), el tiempo y los mercados demuestran todo lo contrario, que las decisiones las toman los poderosos, y cómo no, pensando en ellos.
Esto necesita urgentemente una vuelta de tuerca, retorciendo fuerte, como sólo lo consigue una revolución. Se esta gestando, y los que gobiernan por nosotros, por el pueblo, no quieren escuchar, realmente no tienen aquello que tanto claman, algo de decencia, algo de humildad, algo de vergüenza.
¿Aparecerá algún líder que desoiga y olvide todos esos favores recibidos en su subida al trono, alguno que sea capaz de escuchar, no ya a nosotros, sino a su interior, y caiga en la cuenta de que se debe gobernar por y para todos? Basta de chanchullos, basta de hipocresía y basta de seguir la misma corriente.