Monumento a Manuel
Sanroma en Almagro, su pueblo natal. Promesa del ciclismo manchego fallecido en el segundo
sprint de la
Volta a
Catalunya de 1999.

En estos días, vuelven los ciclistas, los mejores del ciclismo en ruta, a recorrer nuestras carreteras; la vuelta a España.
Existen multitud de deportes y modalidades diferentes. Unos, lo practican como una forma de ocio y para mantenerse en forma, y otros, profesionalmente, para ganarse la vida.
De entre toda la gama posible de deportes a practicar, no creo yo que haya muchos tan duros y
extenuantes como el ciclismo. Es decir, que aquel que se sube a una bicicleta y se pone a subir puertos interminables para bajarlos después a velocidades inimaginables sobre una bicicleta, muestra un coraje y determinación superiores a la media (a menos que sea algo masoquista).
Creo recordar haber hablado sobre esto en alguna otra entrada. El caso es, que aparte de sumar las exigencias y la disciplina necesarias para mantenerse dentro del pelotón, hay que añadir la organización y, a mi modo de ver, los incentivos y primas con las que cada equipo paga diferentes extras a sus corredores dependiendo de los méritos obtenidos durante la temporada deportiva.
Estoy intentando explicar que no soy capaz de comprender, como son capaces tantos y tantos ciclistas de arriesgarse a quedarse sin su licencia (con sus consabidas consecuencias) y no poder seguir compitiendo, a cambio de ganar alguna etapa, medalla,
criterium, etc, o premio en efectivo, aparte de las primas ya mencionadas. ¿Qué lleva a tantos ciclistas a intentar saltarse las reglas y jugar con su organismo? ¿Lo hacen en busca de gloria? ¿de fama? ¿de dinero? Algo oscuro hay detrás, algo que a los demás se nos escapa, pero que los integrantes de este maravilloso deporte deberían investigar para conseguir acabar con ello.